1

«MI NIÑO DEL AGUA»

A sólo cinco días de la triste noticia de que ya no estás con nosotros, intento recomponer los trozos en que se ha deshecho mi alma. Cuando soñando con la VIDA te encuentras con la muerte, hay muchas cosas, muchas, casi todas, que quedan descolocadas, desencajadas, deshechas.

Tratando de encajar la realidad: no ha sido un mal sueño, y he de caminar hacia adelante, sin haber sentido nunca tu piel, tu olor, tu llanto, tu risa… Sin ver tus ojos. Te has ido demasiado pronto…

Siento mis entrañas vacías, echándote de menos cada segundo, echando de menos tu vida, esa que engendramos con tanto amor.

Necesito tiempo para asimilar tu pérdida, mi cuerpo necesita recuperarse de este vacío, y mi alma y mi mente de este golpe duro del destino.

Estuviste demasiado poco, pero te quiero tanto…

Despidiéndome de ti, sintiendo que mi cuerpo es tu casa hasta el final. Respetando ese final con fuerza y mucho amor, me armo de valor cada día para dar a tu hermano lo mejor de mí, lo que te hubiera dado a ti cada segundo de tu vida; le doy todos los abrazos que jamás podré darte.

Eres mi niño y te quiero. Aunque ahora no estés en mí, aunque ahora estés en el aire, en el mar, en el cielo, en la estrella que más brilla. Y le digo al viento que me acaricie, al mar que me inunde, al cielo que me cobije y a las estrellas que me iluminen, para sentirte más cerca.

21 de julio de 2014

Puesta_de_sol_1

Hace un año, el 16 de julio, cuando iba a mi primera ecografía, oí las palabras que una madre jamás quiere oir: » Está parado»,»No hay latido». Ese día sentí el dolor más grande que jamás había sentido, y comencé mi duelo.

Hoy, un año después, no puedo evitar recordar tanto dolor.

No creo en las casualidades, y hoy, precisamente hoy, me he despertado con la noticia de un feliz nacimiento que esperaba con cariño. Podría haber nacido ayer, o mañana, pero lo hizo hoy. Y eso me recuerda una vez más, que vida y muerte van de la mano.

Ha pasado un año; un año en el que he mirado al cielo cada día, en el que he añorado mi embarazo, he llorado mi «no parto», mi puerperio, y sobre todo a mi bebé. Un año difícil, sanando, pero con heridas abiertas.

Hoy hace un año que perdí la inocencia; que siento miedo, y que añoro una parte de mí que se fue para siempre.